Las hierbas mustias rompen su crisálide, sus verdes apagados brillan entre las rocas, aún se oye en el viento el aullido del hielo. Las aguas allá abajo vertiginosas giran sus despojos, mientras la niebla asciende hacia la desmemoria del tren funicular, aumentando el latido de cables temblorosos que avanzan hacia el fin de un cielo ceniciento. Y así y todo, algún día, habrá también narcisos y otras flores en este triste sitio; flores ajenas a mi vida de antes cuando el río indecible fluíacon suavidad en la miel de su sueño. Y a través de los años retornaré a este sitio, siempre vendré luciendo una sonrisa -diminuta y modesta- esculpida en mis labios cual signo de pregunta
Source: The Author, 2001
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